Un domingo al mes envío una recopilación gratuita con algunas lecturas y reflexiones de libros que me conmueven. Transito la poesía como vía de búsqueda de la Verdad, la Belleza y la Creatividad.

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Murmuraciones
Apuntes sobre el hastío
Gala Garrido

El jardín es un espacio donde se siembra y se planta para el recreo de los sentidos. El jardín se concibe desde y para el cuerpo, es una experiencia corporal. Un microcosmos que nos permite explorar, estirar, diluir, nuestras fronteras sensoriales. Es polinización e intercambio.

El jardín es el ámbito en que la naturaleza aparece sometida, ordenada, seleccionada, cercada. Esto constituye un símbolo de la consciencia frente a la selva que es el inconsciente, como una isla frente al océano. 

Está asociado como emblema de lo femenino en los siglos XVI y XVII. Pero para los griegos los jardines eran espacios sagrados dedicados a Adonis, el amante preferido de Afrodita. Que resucitaba cada primavera para volver a enamorar a la diosa. 

Los jardínes existen para el espectador erótico. El espectador erotico siempre es activo. El erotismo no puede ocurrir en un espectador pasivo. El erotismo activa al espectador inteligente. Veo eso y algo nace en mi. Estoy activo.

El jardín también está asociado con el laberinto. Específicamente con el laberinto barroco que estaba diseñado para jugar a perderse y su verdadero fin era el encuentro amoroso. Al contrario del laberinto clásico iniciático donde no te puedes perder, hay un solo camino que te lleva al centro. Lo único que puedes hacer en este laberinto es detenerte, pero perderse es imposible, el misterio de la iniciación es transitarlo. Es un viaje de regreso y de partida.

El laberinto también es el encuentro con el abismo, con lo irracional, lo inconmensurable: lo infinito. Es morir para renacer.

Necesariamente es una herida la que nos empuja a entrar al laberinto. La herida nos pone en movimiento, a través de ella ingresamos al remolino. Pasamos de ser un punto a ser una línea espiral. Es así como ingresamos a lo desconocido, que paradójicamente es la única vía para recordar. Y escribir poesía es recordar algo olvidado. 

En el lenguaje la poesía es el laberinto. La poesía es el abismo. Porque la poesía empuja al lenguaje al borde del sentido racional.

El laberinto es comunión con el misterio. La poesía es comunión con el misterio. La comunión con el misterio, es la comunión con el otro. La comunión con el otro es el misterio del erotismo. La continuidad de mi ser en el otro. En ese instante soy-en-el otro. Ese es el regalo que Eros nos entrega.

Tenemos que saber convivir y contemplar todo lo que no podemos comprender. Ya que el misterio auténtico se resiste a la “explicación” porque su esencia misma no permite resolverlo de un modo racional. El misterio solo se puede experimentar.

Por ejemplo, la belleza es una sensación corporal, podemos sentir cómo su fuerza traspasa todo nuestro cuerpo. En cada encuentro con la belleza nos transformamos en otro-yo. Un yo expandido.

Cuentan que los alfabetos del mundo nacieron de la danza de los hombres como ofrenda a la belleza. Con cada movimiento de sus cuerpos se iban trazando las letras, una a una. Así como las grullas, que dejaban sus marcas en el barro húmedo de las orillas del Nilo. 

El laberinto de la escritura contiene en sí misma un infinito número de sentidos, como el plumaje tornasolado del pavo real. 

––tomo esta imagen prestada de Borges que a su vez la toma de Escoto de Erigena. Ya saben que las matrioskas de referencias me encantan––

Pero regresemos a nuestro tema…

El lenguaje es una creación estética así como el jardín es una creación estética. Con el lenguaje intentamos domesticar el sentido, construimos lo que pensamos que es la realidad, con el jardín intentamos domesticar a la salvaje selva del inconsciente. 

Nuestros ancestros con su danza espiral sintonizaban sus cuerpos a la continuidad abierta del infinito. Porque nosotros somos el laberinto vivo.

Y Eros es la vía sublime y feroz hacia el infinito. Eros arranca al sujeto de sí mismo, fuera y hacia al otro. Es Eros a través del deseo quien desafía a la razón. 

En la tensión entre lo consciente y lo inconsciente, entre el hemisferio derecho y el izquierdo, entre el tiempo lineal y el circular, entre lo análogo y lo analítico, entre lo femenino y lo masculino, entre el adentro y el afuera, entre el deseo y la razón: está la doble espiral, está el doble laberinto.

Y yo, soy radicalmente ambos.

El viaje al abismo es empresa del poeta.

Y ese tránsito son mis Apuntes sobre el Hastío.

Gala Garrido
Caracas, Venezuela, diciembre de 2022.

Este texto fue mi intervención en el evento Un Jardín de Epicuro.

Organizado por Mollusca: Arte, placer y pensamiento. Parque del Este de Caracas, diciembre de  2022.

Este blog es uno de los tentáculos de Apuntes sobre el hastío: un proyecto donde me abismo en el lenguaje poético como vía hacia el Misterio. Es un levantamiento de mi tránsito íntimo en busca de la Belleza, lo Sublime y lo Infinito.

Si en los últimos años mis Apuntes sobre el hastío te han acompañado y te han ayudado a hacer tu vida mas llevadera, considera la posibilidad de contribuir con un donativo. Tu apoyo me permite continuar avanzando con mi investigación.

Otra manera sencilla de apoyarme es suscribirte en mi canal de YouTube y seguirme en mis redes sociales. Tus interacciones en estos canales digitales generan mas visibilidad a mi proyecto, con esta simple acción me ayudas a contrarrestar el filtro de los algoritmos de cada plataforma.
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Gala Garrido

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El jardín es el ámbito en que la naturaleza aparece sometida, ordenada, seleccionada, cercada. Esto constituye un símbolo de la consciencia frente a la selva que es el inconsciente, como una isla frente al océano. 

Está asociado como emblema de lo femenino en los siglos XVI y XVII. Pero para los griegos los jardines eran espacios sagrados dedicados a Adonis, el amante preferido de Afrodita. Que resucitaba cada primavera para volver a enamorar a la diosa. 

Los jardínes existen para el espectador erótico. El espectador erotico siempre es activo. El erotismo no puede ocurrir en un espectador pasivo. El erotismo activa al espectador inteligente. Veo eso y algo nace en mi. Estoy activo.

El jardín también está asociado con el laberinto. Específicamente con el laberinto barroco que estaba diseñado para jugar a perderse y su verdadero fin era el encuentro amoroso. Al contrario del laberinto clásico iniciático donde no te puedes perder, hay un solo camino que te lleva al centro. Lo único que puedes hacer en este laberinto es detenerte, pero perderse es imposible, el misterio de la iniciación es transitarlo. Es un viaje de regreso y de partida.

El laberinto también es el encuentro con el abismo, con lo irracional, lo inconmensurable: lo infinito. Es morir para renacer.

Necesariamente es una herida la que nos empuja a entrar al laberinto. La herida nos pone en movimiento, a través de ella ingresamos al remolino. Pasamos de ser un punto a ser una línea espiral. Es así como ingresamos a lo desconocido, que paradójicamente es la única vía para recordar. Y escribir poesía es recordar algo olvidado. 

En el lenguaje la poesía es el laberinto. La poesía es el abismo. Porque la poesía empuja al lenguaje al borde del sentido racional.

El laberinto es comunión con el misterio. La poesía es comunión con el misterio. La comunión con el misterio, es la comunión con el otro. La comunión con el otro es el misterio del erotismo. La continuidad de mi ser en el otro. En ese instante soy-en-el otro. Ese es el regalo que Eros nos entrega.

Tenemos que saber convivir y contemplar todo lo que no podemos comprender. Ya que el misterio auténtico se resiste a la “explicación” porque su esencia misma no permite resolverlo de un modo racional. El misterio solo se puede experimentar.

Por ejemplo, la belleza es una sensación corporal, podemos sentir cómo su fuerza traspasa todo nuestro cuerpo. En cada encuentro con la belleza nos transformamos en otro-yo. Un yo expandido.

Cuentan que los alfabetos del mundo nacieron de la danza de los hombres como ofrenda a la belleza. Con cada movimiento de sus cuerpos se iban trazando las letras, una a una. Así como las grullas, que dejaban sus marcas en el barro húmedo de las orillas del Nilo. 

El laberinto de la escritura contiene en sí misma un infinito número de sentidos, como el plumaje tornasolado del pavo real. 

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Pero regresemos a nuestro tema…

El lenguaje es una creación estética así como el jardín es una creación estética. Con el lenguaje intentamos domesticar el sentido, construimos lo que pensamos que es la realidad, con el jardín intentamos domesticar a la salvaje selva del inconsciente. 

Nuestros ancestros con su danza espiral sintonizaban sus cuerpos a la continuidad abierta del infinito. Porque nosotros somos el laberinto vivo.

Y Eros es la vía sublime y feroz hacia el infinito. Eros arranca al sujeto de sí mismo, fuera y hacia al otro. Es Eros a través del deseo quien desafía a la razón. 

En la tensión entre lo consciente y lo inconsciente, entre el hemisferio derecho y el izquierdo, entre el tiempo lineal y el circular, entre lo análogo y lo analítico, entre lo femenino y lo masculino, entre el adentro y el afuera, entre el deseo y la razón: está la doble espiral, está el doble laberinto.

Y yo, soy radicalmente ambos.

El viaje al abismo es empresa del poeta.

Y ese tránsito son mis Apuntes sobre el Hastío.

Gala Garrido
Caracas, Venezuela, diciembre de 2022.

Este texto fue mi intervención en el evento Un Jardín de Epicuro.

Organizado por Mollusca: Arte, placer y pensamiento. Parque del Este de Caracas, diciembre de  2022.

Este blog es uno de los tentáculos de Apuntes sobre el hastío: un proyecto donde me abismo en el lenguaje poético como vía hacia el Misterio. Es un levantamiento de mi tránsito íntimo en busca de la Belleza, lo Sublime y lo Infinito.

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